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Figuier Noir Houbigant Paris
En el corazón de la región de Grasse, cuna de la alta perfumería francesa, nació Figuier Noir como un susurro íntimo entre la naturaleza y el alma humana. Céline Ellena, inspirada por la serenidad forzada y reveladora del confinamiento, encontró en los silencios del campo y en la sombra de una higuera ancestral, el germen de una fragancia masculina que es tan introspectiva como luminosa. No se trata solo de un perfume, sino de una declaración sensorial que entrelaza lo frutal, lo especiado y lo amaderado con una sensibilidad poética inusitada.
Desde su primera estela, Figuier Noir abraza al olfato con la frescura vegetal de las hojas de higuera, esa nota frondosa y luminosa que actúa como puente entre lo natural y lo mítico. El cardamomo se cuela con su vivacidad resinosa, mientras el clavo y la pimienta negra aportan una calidez seca y picante, evocando tardes calurosas bajo la sombra de ramas densas y sabias.
Cuando esta apertura especiada se asienta, el corazón revela su verdadera esencia: el higo negro. Jugoso, casi licoroso, se mezcla con el iris empolvado y el jazmín de pétalos blancos, construyendo un centro sensualmente cremoso, embriagador, y profundamente evocador. Este núcleo, inesperadamente adictivo, recuerda al dulzor sofisticado de un postre gourmet degustado en la penumbra de un jardín secreto.
La base de Figuier Noir es donde la alquimia de Céline Ellena cobra toda su fuerza narrativa. La madera de cedro aporta un esqueleto firme y elegante, mientras el patchouli se encarga de extender la duración con su carácter terroso y ligeramente húmedo. Pero es la nota de higos confitados la que firma esta composición con dulzura nostálgica, como una caricia que permanece en la memoria mucho después de que la piel ya no la percibe.
Hay una dimensión emocional profundamente humana en esta fragancia. Figuier Noir no solo quiere oler bien: quiere hablarte, envolverte, susurrarte cosas al oído. Habla de contemplación, de la belleza de lo lento, de lo contradictorio, de la fuerza que hay en la suavidad. No es una fragancia para destacar en una sala; es un perfume para habitar el silencio, para quedarse en la mente de quien te haya olido sin saber por qué.
Céline Ellena describe este perfume como “una sinergia de savias para alcanzar la estrella inalcanzable”. Y esa metáfora se convierte en imagen olfativa: raíces que buscan lo profundo, maderas que sostienen, especias que despiertan y el alma dulzona del higo que, al final, lo envuelve todo en un aura tranquilizadora.
Figuier Noir es también una reflexión sobre la masculinidad contemporánea. No hay en él estridencias ni demostraciones de fuerza. Hay misterio, hay contemplación, hay ternura. Su evolución sobre la piel es una travesía aromática que va de lo fresco a lo cálido, de lo especiado a lo gourmand, de lo cerebral a lo sensual, de la sombra al sol.
Y al final, cuando el perfume ya es una segunda piel, queda la certeza de que esta creación no busca agradar a todos. Busca resonar con quienes aún se permiten escuchar el murmullo de los árboles, el latido de la savia, el perfume secreto de lo verdadero. ¿Te atreves a oler con el alma?
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