Desde la existencia del hombre sobre la tierra, los aromas han estado presentes de una manera u otra en su forma de vida. No es difícil imaginar entonces a los hombres primitivos celebrando rituales con flores, hojas y diferentes tipos de maderas. O disfrutando de un placentero descanso tumbados en un campo lleno de vegetación y plantas. Y es que un mundo sin perfume, podría decirse que sería un mundo sin historia. Una historia que se narra de la siguiente manera.
Origen del perfume
Los orígenes del perfume se remontan, como hemos dicho, a la Edad de Piedra. En esta época, el hombre primitivo quemaba maderas aromáticas para complacer a sus dioses. Y es que el perfume ha sido testigo de la evolución y características de la sociedad en cada uno de sus periodos. También los pueblos como el egipcio, los mesopotámicos o los griegos, practicaban aromáticos rituales. Sin embargo, fue el Imperio Romano el que impulsó la difusión del uso del perfume a lo largo de los territorios que iba dominando. En roma el perfume se paganiza y fue tal la obsesión de la población romana por este producto, que se pasó a usar como parte de la rutina diaria y cultura del baño. Más tarde, el mundo islámico fue el encargado de propagar nuevas esencias por el mediterráneo, llegando así hasta la Península Ibérica.
Es en la Edad Media cuando el perfume empieza a perder su protagonismo como tal. Los alquimistas comenzaron a destilar químicos de la época para hacer perfumes con materias primas exóticas, consideradas como objeto de placer y pecado. Es entonces cuando la Iglesia prohíbe totalmente el uso del perfume gracias a su poder inquisidor del que gozaba en esa época. De esta manera, los alquimistas empiezan a ser castigados por brujos, de forma que el perfume queda relegado únicamente a los encuentros íntimos en los burdeles o con las damas de la nobleza.
Con la desaparición de la Inquisición y la llegada del Renacimiento se produjo un nuevo renacer para el perfume. En Francia, más concretamente en la ciudad de Versalles, los aromas embriagan las calles ensalzando sus modas y costumbres. Este es el momento en el que el perfume pasa a formar parte de un todo, porque también comienza a utilizarse en la fabricación de prendas y objetos, con el fin de enmascarar el olor a piel curtida. Durante este periodo se produjo una de las leyendas más famosas en torno al perfume. El rey Sol estaba tan obsesionado con las fragancias que se perfumaba tanto que la intensidad de los olores era tal que, acabó solo por soportar el olor de la flor de naranjo, al final de su vida.
Con el Barroco (siglos XVII y XVIII) la perfumería comienza a expandirse por Europa desde Francia. Esta fue la época dorada del rey Luis XV, bautizada como “la corte perfumada”. El motivo no era otro que los criados bañaban a las palomas en perfume para posteriormente soltarlas a modo de ambientador, con el objetivo de que esparcieran sus aromas por todos los rincones del reino. Durante el Barroco es cuando emerge la profesión de perfumista y la industria de la perfumería de lujo en Grasse. También es la época del florecimiento de los botánicos y las ciencias naturales. Con la Revolución Francesa, el perfume huele a aristocracia, por lo que Napoleón se lanzó a recuperar su mercado.
La perfumería moderna
El siglo XX es el nacimiento de la perfumería moderna. Nombres como Pierre-François Pascal Guerlain, François Coty o Jacques Guerlain son trascendentales en la historia del perfume. El éxito que Coty alcanza le lleva a crear la Cité des Parfums, convirtiendo su perfume en un producto de lujo que vende por todo el mundo. Por su lado, el perfumista Jacques Guerlain llegó a crear unos 80 perfumes conocidos, aunque se cree que llegó a componer hasta 400.
Durante los años 50 la mujer de esta época encuentra en los perfumes un complemento que le da vitalidad y frescura. En 1921 nace Chanel Nº 5. Este perfume fue creado por Ernest Beaux para Coco Chanel. De ahí las diferentes teorías que se sugirieron en torno a este nombre. Con la expansión de la moda en los años 60, la perfumería francesa está en su pleno apogeo. Los grandes nombres de la moda tienen su perfume, pero también se democratizan las fragancias. Se potencian los perfumes masculinos especialmente, para el momento del afeitado y la elección de ropa.
El perfume de los 80 huele a mar. Es potente y lo buscan los amantes del surf, de los deportes de riesgo y los yupis. La liberación de la mujer le permite vestir chaquetas de hombreras anchas y fragancias fuertes. Es en esta época cuando se populariza el calone como ingrediente para perfumes con olor a brisa marina. Se busca ese olor a limpio y fresco que de un aire de pureza y transparencia.También se rompe la barrera de género con fragancias unisex como el mítico CK One.
Durante el siglo XXI el perfume tiene un nuevo reto. Resistir a las modas, pero incorporando nuevas tecnologías revolucionarias con celebridades como embajadores de marca. En 2007 nace la Academia del Perfume en España. Su objetivo es la divulgación de la cultura del perfume con actividades como los Premios a los Mejores Perfumes del Año. Corren los años y los perfumes evolucionan al ritmo del gusto del consumidor. Estos últimos años marcas como Tiziana Terenzi, V Canto, Toni Cabal o Valmont están cogiendo mucha fuerza dentro de la gama de perfumes nicho, un sector de la perfumería que va dirigido a un cliente exigente, exquisito y que le gusta que los perfumes duren en el tiempo y tengan notas olfativas amaderadas, cítricas, florales o orientales. Llegamos al 2020 con una conciencia medioambiental muy arraigada en el sector, que lleva a métodos de extracción más respetuosos, así como a envases y estuches más sostenibles. Por otro lado, la perfumería molecular brinda infinitas posibilidades a los perfumistas. Auténticas obras de arte, delicadas y sofisticadas nos sorprenden con nuevos olores. Ciencia, naturaleza y humanidad marcan una época que todavía puede llegar a sorprendernos.